En marzo de este año, en una consulta popular, la población de Paita rechazó la concesión con un 87.01% a partir de los diversos problemas que el proceso de la concesión había afrontado, y las condiciones que planteaba el contrato.
Paita en la actualidad es un puerto que, a pesar de estar bajo control de ENAPU, no está operado en exclusiva por la empresa nacional. ENAPU en realidad sólo cobra por el uso del puerto, mas no por los servicios portuarios, que se desarrollan por terceras empresas. Aún así, el Puerto de Paita resulta siendo rentable entregando, según cálculos, 10 millones de soles por año.
Paita en la actualidad es un puerto que, a pesar de estar bajo control de ENAPU, no está operado en exclusiva por la empresa nacional. ENAPU en realidad sólo cobra por el uso del puerto, mas no por los servicios portuarios, que se desarrollan por terceras empresas. Aún así, el Puerto de Paita resulta siendo rentable entregando, según cálculos, 10 millones de soles por año.
Así visto, las condiciones del contrato extablecen unas contraprestaciones o pagos a favor del Estado que resultan por lo menos exiguas. El contrato de concesión del Puerto de Paita establece en su punto 8.22 que el Estado recibiría sólo el 2% de los ingresos netos mensuales, por los treinta años que dure la concesión.
Muy aparte de esto, la intervención de capitales chilenos en Terminales Portuarios Euroandinos, la empresa que ha ganado la concesión, deja muy preocupados a los pobladores de Paita. Es este el reclamo común en las conversaciones con los pobladores, y el que se ha trasladado a anuncios y carteles en la ciudad.
El rechazo puede sonar como nacido de un nacionalismo severo, aunque los pobladores más están preocupados por la pérdida de empleos peruanos que en un componente de revanchismo basado en la Guerra del Pacífico. Después de todo, el tema de los empleos en Paita es otra de las preocupaciones que motivan el rechazo del proceso.
Si a todo esto le sumamos la extremada rapidez con que se firmó el contrato de concesión, no debe extrañarnos que el Puerto de Paita sea en lo sucesivo un tema reivindicativo que escale pronto a conflicto social con difíciles formas de solución.
Si a todo esto le sumamos la extremada rapidez con que se firmó el contrato de concesión, no debe extrañarnos que el Puerto de Paita sea en lo sucesivo un tema reivindicativo que escale pronto a conflicto social con difíciles formas de solución.
Sobre todo, si consideramos que el siguiente paso a la firma del contrato de concesión del puerto será justamente la entrega de las instalaciones, conforme los términos del propio contrato. En este sentido, el derecho ya asiste al concesionario.
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